miércoles, 29 de enero de 2014

En Enero

Devoción Divina Pastora


 María la reina  del  cielo, Templanza de la iglesia Católica. Madre de la esperanza de un pueblo  que  espera  por ella  y su  gran amor de poder ser la intercepción ante Dios. María  la  mujer que  logro ser   "la favorecida de Dios".
Y la  gracia  tan  grande y maravillosa de llevarlo en  su  santo  vientre. Ella la Mujer Santa Madre de Dios. La perla  Preciosa, el Agua más pura y fresca, la estrella resplandeciente de la mañana, la madre del buen consejo para sus hijos terrenales, que fervorosamente aclaman a ella, en cada momento. En especial todos los 14 de Enero empezando desde el Pueblo de Santa Rosa donde allí se encuentra la Imagen de María en la Advocación de  la Divina Pastora de las Almas. Todos sus hijos se reúnen  con un solo fin el de pedir la intercesión de Dios a través de ella, el de agradecerle por favores concedidos, además el de pagar y pedir promesas. Son muchas las bendiciones que allí se reflejan. Es muy conmovedor ver a la feligresía alegre, llena de ese carisma tan grande, el compartir, orar, llorar de mucha emoción y sobre todo la manifestación de FE que se vive durante el recorrido. Son miles y miles de personas que vienen de lugares distintos del país y otros vienen del exterior. Es la segunda manifestación de Fe más grande de América Latina.
A través de los siglos María resplandece como la luz más pura “la sin Manchas” donde residen las gracias de Dios omnipotente. Donde se revela el plan  de Dios de salvación total de todos sus hijos.       “La llena de Gracias” (Lucas 1-28) es la Luz que ilumina a la iglesia católica y la esperanza viva de un pueblo que proclama su bella grandeza ante los ojos  de Dios.
 Cabe resalta que esta manifestación de Fe se vive cada 14 de Enero. La Madre de Jesús la Virgen María mediante advocación de la Divina Pastora es la que guía el rebaño de su hijo y los lleva de la mano hasta ÉL. A ella se le venera, recuerda, se le respeta, se   encomienda, se le pide la mayor intersección  por ser la madre de nuestro Señor,  al cual a ÉL si le debemos todo la adoración, el amor, la entrega máxima, la confianza plena. Recordemos este pasaje bíblico en el cual la Madre intercedió ante su hijo por el amor a los hombres terrenales” .
Un día, en aquella aldea, se celebraban unas bodas (Jn 2,1a). María  estaba entre los invitados a su celebración, quizá por motivos de parentesco. La invitación se extendió también a Jesús y a sus discípulos Según las costumbres del Antiguo Testamento, las fiestas de la boda duraban normalmente siete días (Génesis 29 27, Tobías 11,20). Y eran lógicamente la ocasión de un alegre banquete (Génesis 29,22), servido de ordinario en casa del esposo. Por tanto, se necesitaba como es fácil comprender  tener una buena provisión de vino. Y esto fue lo que falló en Caná. El malestar de la situación no se le pasó de largo a la atención de María, que puso al  corriente de ello a su Hijo. Jesús escuchó la petición de la madre. En efecto, convirtió en vino copioso el agua contenida en las seis      tinajas, puestas allí. De esta forma Jesús dio comienzo a sus prodigios y fue aquél el signo que suscitó la fe de los discípulos en Él como mesías”.

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